Mundo de ficçãoIniciar sessão—Ven acá, chiquita. Eres mía — Susurró Norberto, entregado al exceso con su amante— Qué buena estás, mi vida —
—Sí, amor, pero con cuidado… no quiero que le pase nada al bebé — Respondió Liliana, acariciándose el vientre con ternura.
El rostro de Norberto cambió en cuanto la puerta se abrió de golpe. La presencia del padre llenó la habitación como un frío que atraviesa los huesos.
—¿Norberto, quién es esta mujer? ¿Por qué no estás buscando a tu esposa? — La voz de su padre retumbó, cortante.
—¿¡Esposa?! — Balbuceó Liliana, incorporándose a toda prisa.
—Liliana no es lo que imaginas — Apresuró a decir Norberto— Papá fuera —
Norberto se apartó del lecho y se vistió con torpeza, el pánico pintado en el rostro.
—¿Por esta mujer escapó tu esposa? ¿En qué estabas pensando? Debías enamorar a Sujhan, no a… a esta cualquiera. ¡Quiero matarlo! —El padre tronó con ira.
—Papá, ella no es cualquiera, es Liliana. La amo — Replicó Norberto, desesperado.
—¿La amas? ¿Eres idiota? Estás casado. Esto era importante; la unión con Sujhan. Ambos debían ser uno, formar la familia que necesitamos —
—No la amo — Dijo Norberto con voz áspera— La aborrezco cada vez que la veo —
La respuesta encendió la furia de su padre. Liliana, al borde de las lágrimas, se levantó; su embarazo quedó a la vista. El rostro del hombre se transformó en hiel.
—¿Ese niño que viene en camino es tu hijo? ¿Cómo te atreviste? — Su voz no ocultaba la mezcla de traición y desdén.
En ese instante entró Royer. Observó la tensión y el destello en los ojos del padre que presagiaba algo terrible.
—Sí — Contestó Norberto con firmeza— Es mi hijo —
—Te voy a matar — Escupió el Royer, la rabia como un látigo— Has echado a perder todo. Papá… tu plan se viene abajo. Si el primogénito no nace de su esposa, la magia principal se pierde —
—¿Qué plan? — Replicó Norberto, intentando justificar— Yo nunca quise estar con ella; se los dije mil veces —
—¿Has consumado el matrimonio? — Preguntó la voz autoritaria del padre— Si lo hiciste, sería más fácil localizar a Sujhan —
—No, papá. Por supuesto que no — Aseguró Norberto— La aborrezco —
Royer miró al padre con tensión —Si el primogénito no es con su esposa, el plan podría fallar. Pero la naturaleza de la magia es compleja; Puede reconocer o no al hijo —
Norberto se interpuso entre Royer y Liliana, dispuesto a atacarlo si él se atrevía a tocar a su mujer. La pelea por lealtades y deseos personales se enredaba con la ambición familiar.
—No pienso estar con ella. No la amo — Repitió, con la voz rota— Dejen de insistir —
—No te pido que te enamores — Dijo Lessandro, frío y calculador— Solo que la conquistes y engendres a un hijo. Esa mujer estorba en mis planes —
Con un movimiento seco, el padre arrancó a Liliana de Norberto. Sus ojos brillaron con una luz que helaba. Con un gesto, la sostuvo contra la pared; su magia la inmovilizó.
—¿Qué haces? — Gritó Norberto, intentando liberarla.
—Hijo, tu misión era solo enamorarla — Dijo Lessandro— Esta mujer no te permitirá cumplir el plan —
El hombre, enfurecido, depositó sobre la palma de Liliana una energía concentrada; esta fue absorbida por un cristal que apareció en sus manos. Al contacto, ella quedó dormida, su cuerpo cediendo al hechizo.
—No… papá, ¡libérala! — Suplicó Norberto, el pánico transformándose en terror— ¡Ella es todo para mí! ¿Por qué mi magia no funciona contra esto? ¡Suéltala! —
Norberto forcejeó, liberándose de un agarre; corrió hacia Liliana y la sostuvo, temblando por el bienestar suyo y del bebé.
—Escucha bien — Dijo Lessandro, acercando su rostro con calma mortal— A partir de ahora buscarás a tu esposa y la conquistarás. Si no lo logras, te aseguro que esa mujer morirá. Y no será la única —
Con furia, apretó el cristal donde su amante yacía dormida. Los ojos de Norberto se llenaron de lágrimas y rabia —Está bien — Balbuceó— La buscaré. Haré todo lo que me pidas. Pero por favor… no la mates —
—Eso me gusta — Replicó Lessandro, satisfecho— Ahora ponte a buscarla —
Norberto salió del despacho como un hombre entre dos fuegos. Entró al cuarto de su esposa buscando cualquier pista; Fotos, notas, objetos que pudieran indicarle su paradero. Era difícil creer cuánto había cambiado todo en apenas dos semanas desde que ella se había escapado; y cómo, en ese tiempo, habían desmantelado su habitación para dar lugar al nido del niño por nacer.
—¿Qué piensas hacer con esa mujer? — Preguntó Royer, la voz afilada como un bisturí.
—Por ahora la usaré como motivador — Respondió Lessandro con frialdad— Con ella en nuestras manos, obligaremos a su hermano a apresurarse y encontrar a Sujhan. Necesitamos que la conquiste cuanto antes o estaremos en problemas —
—¿Y el bebé? — Volvió a interrogar Royer, la preocupación mezclada con cálculo estratégico.
—Por ahora lo mantendremos retenido, contenido en el tiempo mágico que acabo de sellar — Contestó Lessandro, sin mostrar remordimiento— Veremos cómo manejamos ese asunto cuando encontremos a Sujhan. Lo esencial ahora es hallarla —
Lessandro se quedó un momento observando el cuerpo inmóvil de Liliana, la luz del cristal reflejando destellos pálidos sobre su vientre. Sus dedos jugueteaban con un anillo en el escritorio mientras calculaba variables y tiempos. La matriarca lo presionaba a cada rato, exigiendo avances; los consejeros murmuraban entre sí; y Royer, inquieto, no dejaba de preguntar si la ausencia de Sujhan amenazaba el plan familiar.
Nada de eso inclinaba la balanza hacia la clemencia. Para Lessandro, las piezas del tablero tenían un único propósito; asegurar la transferencia del poder. Si eso exigía manipular corazones, encarcelar sueños o retener una vida por unos días más, así sería.
Mientras tanto, en las sombras del palacio, la incertidumbre se espesaba. Nadie sabía si Sujhan estaba realmente escondida, si había hallado protección suficiente o si la propia magia que la envolvía pondría en riesgo el castillo de cartas que Lessandro intentaba erigir.
El reloj de la ambición siguió su tic tac implacable. Menos tiempo significaba más presión sobre Norberto; más presión significaba decisiones apresuradas; decisiones apresuradas podían dar lugar a errores, y los errores podían desmoronar todo aquello por lo que habían conspirado.
Lessandro respiró hondo y volvió a mirar el cristal donde Liliana dormía. En ese silencio, su resolución se endureció; recuperar lo que consideraban suyo a cualquier precio.
Maynor conducía con cuidado por la carretera de montaña; el motor del vehículo marcaba el ritmo mientras el paisaje se iba cerrando en picos y bosques. Sujhan todavía estaba algo soñolenta, el sueño pegado a ella como una manta fría.
—¿Dónde estoy? — Preguntó con voz afín a un susurro.
—Hola — Respondió Maynor sin detenerse— Ya casi llegamos al pueblo del que te hablé—
Ella parpadeó y estiró la mano como buscando un punto fijo —¿Maynor, cuánto tiempo he dormido? —
—Creería que más de veinticuatro horas. Jamás vi a alguien dormir tanto. Conduje rápido para llevarte al médico más cercano—







