Mundo ficciónIniciar sesiónAndy se sorprendió de sus palabras y se dio cuenta de que debía ser extremadamente cuidadoso.
— Lo lamento mucho. Nunca haría algo así. Vi cómo mi padre agredía a mamá, y cuando la mataron, abandoné todo para buscar paz — Explicó él.
— ¿Por eso vives aquí? — Preguntó Sujhan.
— Sí, me gusta la tranquilidad y la paz de este lugar — Contestó Andy.
— Pensé que eras hijo único — Comentó ella.
— Tengo dos hermanos más. Al mayor no lo soporto; peleamos desde jóvenes. Al otro apenas nos hablamos. Como tú, solo busco paz — Respondió él.
— Entiendo, iré a botar el agua sucia— Sujhan desechó el agua usada lejos de la casa, observó la casita, el granero y los cultivos. Notó que sería perfecto tener árboles frutales alrededor de la cerca.
Colocó sus manos sobre el árbol más viejo y habló en su idioma; pronto surgieron tres árboles; manzana, cas y limón, estratégicamente ubicados.
— Bueno… el manzano no lo esperaba, pero estoy agradecida. Creo que esperan que socialice — Murmuró, mirando los frutos recién creados.
Regresó a la casa, limpió la mesa con cuidado y sacó las telas y el kit de costura. Tomando uno de los vestidos que había comprado, lo utilizó como molde, y con la tiza comenzó a dibujar el diseño de unos vestidos y pantalones cortos.
—¿Qué haces? — Preguntó Andy, entrando con el sillón que faltaba.
Sujhan, concentrada en cortar la tela, dio un pequeño salto al escuchar su voz y se cortó accidentalmente en la mano.
—¡Ohhh! — Exclamó, sujetando el corte— Duele… estoy haciendo ropa para el día a día—
—Discúlpame, no quise asustarte. Permíteme curarla — Dijo Andy, dejando el sillón en la entrada y acercándose con cautela.
Tomó sus manos entre las suyas y recitó un hechizo suave que cerró el corte. Sus ojos se encontraron, y él le ofreció una leve sonrisa, intentando transmitir calma.
—Ya estoy bien, gracias — Dijo Sujhan, liberando sus manos y retrocediendo un paso, con un ligero rubor en sus mejillas.
—Voy a acomodar los sillones — Murmuró Andy, intentando mantener la compostura.
Mientras lo observaba de reojo, Sujhan notó su mirada fija en sus ojos violetas y sus labios. Por un instante, se sintió incómoda, y un pensamiento cruzó por su mente; ¿Por qué su hermano no se aprovechó de la situación?
—Puedes dejar de mirarme — Dijo finalmente, con un tono más firme.
—¿Sabes coser también? — Preguntó él, suavizando la voz— Lo siento, no pude evitar observar que realmente estuvieras bien —
—Sí, te soy sincera, no mucho. Solo lo básico, y me guío con lo que tengo — Respondió Sujhan, enfocándose nuevamente en la tela.
—De igual manera, puedes comprar lo que necesites — Insistió Andy.
—No, la verdad… — Replicó ella, corta y decidida.
Sujhan suspiró. No podía permitirse gastar de más y necesitaba administrar bien las monedas que le habían dado.
—No tengo mucho dinero, vendí un anillo que era lo único de valor que tenía, y me dieron veinticinco monedas. Me quedan dieciocho, así que debo administrarlo con cuidado —Dijo, mientras organizaba las telas en la mesa.
—Si en algún momento necesitas trabajo, puedo ayudarte — Ofreció Andy, acomodándose en uno de los sillones frente a ella.
—Gracias, y la verdad espero no necesitarlo. No quiero saber nada del clan ni de esas cosas… si por mí fuera, la verdad deseo… — Sujhan se detuvo, tragándose sus palabras.
—No lo digas — Interrumpió Andy, levantándose de repente y tapándole la boca con suavidad— Hoy hay luna llena, y sabes que podrías perjudicar a todos —
Sujhan levantó una ceja, molesta, y apartó su mirada de él, sintiéndose atrapada por su gesto protector.
Cada vez que deseaba expresar su deseo, alguien la obligaba a guardar silencio, y esa constante interrupción comenzaba a frustrarla profundamente.
—¡Puedes quitar tu mano de mi boca, por favor! ¿Y cómo los puedo alterar si no tengo magia? — Exclamó, apartando ligeramente la mano de Andy, con el ceño fruncido.
—Tal vez no lo sepas — Respondió él con voz firme— Al no ser entrenada como hechicera, pero podrías dañar a todos sin darte cuenta —
Sujhan lo miró, evaluando la veracidad de su comentario. Por más que no entendiera del todo, algo en su expresión le hizo confiar en que hablaba con sinceridad.
—Está bien… ¿Y te falta algo más? Quiero estar sola — Dijo finalmente, intentando retomar su concentración sobre la tela.
—Déjame enseñarte a ser una hechicera — Insistió Andy, sentándose frente a ella— Para que comprendas por qué es arriesgado pedir un deseo cuando hay luna llena —
—No tengo magia… ¿Para qué aprendería? ¿O acaso quieres burlarte de mí? — Replicó Sujhan, claramente irritada por la insistencia.
—Es importante que al menos aprendas lo básico, la lectura de la hechicería y las leyes de nuestro clan. Todos deben conocerlas — Explicó él con paciencia, aunque se notaba su frustración.
—No lo haré. Si ya termino, te agradecería que te vayas, y gracias por las cosas — Dijo ella, retomando la tela y continuando a cortar sin mirarlo.
Andy suspiró con evidente frustración. Se acercó lentamente, tomó las tijeras de sus manos y la obligó a mirarlo a los ojos.
—¿Cómo puedo convencerte de que quieras aprender? — Preguntó, más suavemente, intentando encontrar un resquicio en su resistencia.
—¿Para qué voy a perder tiempo en eso? Tengo mucho que hacer, y de verdad no quiero más problemas con los demás clanes — Respondió ella, con voz firme y decidida.
—No pierdes nada. Dame solo 45 minutos al día para enseñarte lo que necesitas saber sobre nosotros — Propuso Andy, intentando suavizar su insistencia.
—Andy, no quiero. Es perder tiempo, y me duele mucho… es duro perder algo tan importante — Dijo Sujhan, con un dejo de vulnerabilidad que casi no dejaba ver.
—Te aseguro que no te arrepentirás. Solo 45 minutos al día, y después podrás seguir con lo que quieras — Insistió él, su voz firme pero protectora.
—Eso deberías hacerlo desde ya, y no esperar a que yo pierda 45 minutos valiosos de mi tiempo — Replicó ella, aún con molestia.
—Entonces me quedaré aquí hasta que me des una respuesta positiva — Dijo Andy, sin levantarse, con una sonrisa maliciosa que contrastaba con la tensión del momento.
Se acomodó en uno de los sillones, abrió un portal frente a ellos y sacó un libro antiguo, dejándolo flotando entre ellos, como un silencioso recordatorio de que su insistencia no se rendiría fácilmente.
—Haz lo que quieras — Murmuró Sujhan sin mirarlo.
Prefirió seguir cortando la tela, sus manos temblaban apenas, pero no detuvo el movimiento. Sacó el encaje con cuidado, midiendo con precisión las piezas que debía unir. El silencio se hizo pesado entre ambos.
Pasaron varias horas. La luz natural comenzó a apagarse y Sujhan, sin decir palabra, colocó agua en el fogón e introdujo verduras en la olla. Después salió al exterior y, con una manta, cubrió la entrada del improvisado granero para protegerlo del frío de la noche.







