Al día siguiente…
Ellyn se despertó con una mezcla de ansiedad y culpa. Había dormido poco, y lo poco que logró descansar fue con pesadillas.
Asha, inocente, dormía abrazada a su osito. Sebastián preparaba el coche.
Ellyn se vistió en silencio. Cada minuto que pasaba la acercaba más a la verdad… o a la caída.
Esa mañana, los tres llegaron al laboratorio que el juez había asignado para la prueba de ADN.
El lugar era frío, aséptico, con un silencio que pesaba más que cualquier palabra.
En la recepción ya los esperaban Federico y Melissa.
Melissa, al ver a la pequeña Asha, no pudo evitar sonreír y correr hacia ella con los ojos vidriosos.
Llevaba en sus manos un tierno osito de peluche color lila.
—¡Hola, princesa! Te traje un amigo nuevo.
Asha soltó la mano de Ellyn, corrió hacia Melissa y la abrazó con fuerza.
—¡Gracias, tía! Eres tan bonita y buena. —La niña frotó su mejilla contra la de ella con cariño puro.
Federico observó la escena con una sonrisa melancólica.
Ver a Melissa tan un