—No soy Federico, Ellyn —dijo el hombre con voz grave mientras se quitaba lentamente la máscara.
Su sonrisa heló la sangre en las venas de Ellyn.
—Soy Clark. Yo soy el hombre que te rescató aquella noche del secuestro. Soy el padre de tu hija… El único hombre que te ama de verdad.
Ellyn retrocedió un paso, como si sus palabras fueran cuchillas.
—Eso… eso no es cierto, Clark. ¿Por qué mientes? ¿Por qué ahora?
Él la alcanzó con suavidad, acunando su rostro entre las manos como si fuese de cristal.
—Mírame —susurró—. No miento. Soy yo, Ellyn. Soy tu amor. El hombre que estuvo contigo aquella noche. Que se entregó sin reservas… como tú lo hiciste conmigo.
Su tono era dulce, casi hipnótico, pero sus ojos brillaban con una obsesión que ponía los pelos de punta.
En ese momento, Federico bajaba las escaleras.
Su corazón se detuvo al ver la escena frente a él: Clark, tocando a Ellyn, hablándole con esa intensidad. Como si ella le perteneciera.
—¡Clark! —rugió, acelerando el paso—. ¡Quita tus ma