Con el corazón en un hilo, Carmen pasó la noche esperando a Marcus, sin embargo, aun en la madrugada, él no había llegado y la mente de ella comenzó a hacer suposiciones.
¿Podría ser que Bastián no hizo lo que ella le pidió y le hizo algo a Marcus? No, eso no podía ser posible, ella confiaba en Bastián ahora más que nunca.
El sol ya salía en el horizonte, los rayos de luz entraban por el ventanal del salón, alumbrando a Carmen quién prácticamente se estaba cayendo del sueño, cuando la puerta de la entrada sonó.
Para el alivio de Carmen, finalmente Marcus había llegado, sano y salvo.
— ¿Encontraste mis papeles? — Preguntó Carmen, apenas Marcus entró en el apartamento.
— ¿Eh? ¿Carmen que haces…? — Marcus se sorprendió al verla despierta, esperándolo, tal como él lo había hecho antes con ella.
— Te estaba esperando, es obvio, ¿No? — Carmen se levantó del sofá y caminó hacia Marcus. — Son mis papeles, de esto depende mi vida…
— Eh… Sí, lo sé, pero…
— ¿Pero qué…? ¿Dónde están? ¿Po