Carmen exhaló, repentinamente nerviosa, al recordar la advertencia del señor Nicolás.
— Quizás… Quizás no debería decírtelo, porque… Pero creo… —Balbuceo Marcus, dándole vueltas al asunto y poniendo más nerviosa a Carmen.
— Marcus, por favor, habla… — Pidió Carmen llena de ansiedad.
— Pienso que ese hombre, el que te empujó, fue enviado por Bastián… — Soltó Marcus al mismo tiempo que arrugaba el entrecejo.
— ¡¿Qué?! — Voceo Carmen atónita.
— Lo siento mucho, Carmen, no debí… — Marcus se levantó de la silla, gruñendo al tiempo que se mesaba los cabellos, con una expresión contrariada, mientras que Carmen lo seguía con la mirada, confundida. — No debí decirte eso, no así, tan repentinamente, sobre todo sabiendo lo que sientes por Bastián, pero…
— No, es imposible… — Susurró Carmen arrugando el entrecejo.
Ella apretó los puños en su regazo y se mordió la lengua con fuerza, intentando contenerse de gritarle a los cuatro vientos la conversación que había escuchado entre Marcus y Nic