Capítulo 38

El investigador privado siguió a Noah a todas partes, capturando fotos y vídeos cada vez que se detenía en un semáforo o hacía un giro. Tenía que ser cuidadoso; un descuido con su equipo podría costarle el trabajo. Sin embargo, la paga era generosa y se acumulaba rápidamente. Debía esmerarse, valía la pena.

Se estacionó sin ser detectado al ver que Noah hacía lo mismo. Le sorprendió que un hombre de su categoría se adentrara en un barrio tan humilde.

—A ver, señor Duarte de León… Muestre lo que esconde —susurró el detective, tomando capturas de la casa.

El vigilante silencioso esperó pacientemente hasta que Noah saliera y pudo continuar siguiéndolo por la ciudad. Suspiró con satisfacción al verlo salir.

—Por fin —murmuró—. Si no fuera por la excelente paga, no habría aceptado este trabajo.

Noah encendió su coche y reanudó su viaje. Su cazador le seguía los pasos. El trayecto no fue largo, apenas veinte minutos hasta que Noah estacionó nuevamente.

Esta vez, la suerte del detective camb
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