—Muchas gracias Ana —Murmuró él y agregó —Ya puedes retirarte
Isabella pudo ver el momento en que el rostro de la azafata titubeo, estuvo a punto de sentir pena por la mujer hasta que esta le lanzo una mirada de pocos amigos antes de volver nuevamente hacia él
—¿Se le ofrece algo señor? ¿Alguna bebida? —Pregunto la mujer —Si gusta puedo guardar su abrigo
“¿Y yo qué?” Isabella estaba siendo completamente ignorada por la rubia quien no disimulaba al respecto y cuando el sonido de lasturbinas encendiéndose empezaron a escucharse no le tomo ni un segundo en saltar hacia el asiento más cercano e intentar abrocharse el cinturón de seguridad lo mejor posible, cosa que no consiguió
La rubia le lanzo una mirada por el rabillo del ojo, una sonrisa sardónica arruinaba sus rasgos, no le cupo la menor duda de que estaba burlándose de ella pero en ese momento eso era lo que menos le importaba a Isabella, sus nervios estaban de punto, sentía que en cualquier momento podría sufrir un infarto
La azaf