Capítulo 14

Abril, aún de pie, giró hacia la cama.

Algo había cambiado. Los párpados de Leonard se agitaron. Como si sus ojos no supieran si querían ver el mundo otra vez. Y luego, sin dramatismo, sin música de fondo, despertó.

Los ojos grises, profundos como una herida antigua, se abrieron lentamente. Y encontraron a ella. A centímetros de su rostro.

De pie, sola en la habitación, mirándolo como si fuera un fantasma que no sabe si debe temerle o abrazarlo.

—Leonard —susurró, con la voz rota, como si esa sola palabra fuera una súplica y una advertencia.

Él la observó. No habló. Pero su ceño se frunció apenas. Un movimiento tan minúsculo como devastador. Como si su cerebro estuviera calibrando.

Reconociendo. Reuniendo piezas de un rompecabezas que alguien más desordenó.

—Estás en el hospital —continuó Abril, con un nudo en la garganta—. Te desplomaste durante una conferencia. Estuviste muy mal. Pero estás bien. Estás vivo.

El silencio entre ambos era un cristal a punto de romperse.

Leonard intentó
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