El salón del Hotel Majestic resplandecía bajo las luces de las arañas de cristal. La élite empresarial de la ciudad se congregaba para la gala anual de la Fundación Nuevos Horizontes, un evento donde el dinero y el poder se mezclaban con champán de primera calidad. Valeria ajustó el escote de su vestido negro, una creación de seda que se deslizaba sobre su cuerpo como agua oscura, revelando la piel dorada de su espalda casi hasta la base de su columna.

Enzo, a su lado, mantenía una mano posesiva en la parte baja de su espalda. Sus dedos rozaban ocasionalmente la piel expuesta, enviando pequeñas descargas eléctricas por todo su cuerpo. Él lucía impecable en su traje italiano hecho a medida, con esa presencia que hacía que las conversaciones se detuvieran momentáneamente cuando pasaba.

—Sonríe, cariño —murmuró él en su oí