Mundo ficciónIniciar sesiónLa noche caía sobre Milán como un manto de terciopelo negro. Enzo Costa ajustó las gafas oscuras sobre el puente de su nariz, a pesar de que la oscuridad ya era suficiente camuflaje. El BMW negro que conducía se deslizaba silenciosamente por las calles, manteniendo una distancia prudencial del Audi plateado que seguía desde hacía veinte minutos.
Alejandro no había notado su presencia. O al menos eso esperaba Enzo mientras maniobraba entre el tráfico nocturno con la precisión de un depredador acechando a su presa. La llamada anónima que había recibido esa mañana seguía resonando en su cabeza: "Tu amigo Alejandro no es quien crees. Esta noche, a las diez, en el Café Milano. Verás con quién se reúne."
Enzo apretó el volante hasta que sus nudillos se tornaron blancos. La lealtad era algo sagrado para él, y la traición, imperdonable. De







