El salón del hotel se vaciaba lentamente. Las luces, antes tenues y elegantes, ahora brillaban con más intensidad mientras el personal comenzaba a recoger copas vacías y servilletas usadas. El evento de caridad había sido un éxito rotundo, recaudando más del doble de lo esperado para la fundación de niños con cáncer. Valeria se sentía satisfecha con el resultado, aunque agotada.

Se deslizó entre los últimos invitados, intercambiando sonrisas educadas y despedidas corteses. Su vestido negro de seda se adhería a sus curvas como una segunda piel, captando miradas que ella ignoraba con la práctica de años. Solo quería encontrar a Enzo y marcharse. La noche había sido demasiado larga.

—Necesito aire —murmuró para sí misma, dirigiéndose hacia uno de los pasillos laterales que conducían a una terraza.

El pasillo