Para Esmeralda solo existía esperanza esa Navidad. Se había preguntado por dos días que premio podría haber ganado y estaba ansiosa por descubrirlo. La cita en el hotel más lujoso de la ciudad, creyó que podría cambiar su vida y no se equivocaba. Para Kenton Gilmore solo sería una cena con una hermosa mujer soltera. ¿Quien no mataría por tener esa oportunidad? Además la noche podría cerrarse con broche de oro. Cuando vió a Esmeralda llegar se sintió afortunado y sintió una oleada de deseo recorriendo su cuerpo. Se sentía realmente afortunado. Para ellos nada saldría como se esperaba... La cena fue incómoda y Esmeralda no encontraba tema de conversación. Kenton era su jefe. Él esperaba que ella estuviera embelesada y a sus pies, algo que no ocurríría. -Señor, no pretendo ser maleducada, pero ya hemos cenado y realmente no logro visualizar lo que gané- Rompió el silencio ganando una mirada cargada de incredulidad del CEO -Una cena conmigo, cualquier mujer se sentiría afortunada- Con pasos felinos y una sonrisa que bajaría las bragas de cualquier mujer se acercó- Además podríamos pasar la noche juntos -No es gracioso, señor Gilmore. Exijo saber cuál es el dichoso premio- Ella se sentía furiosa y humillada, colérica -¿No lo crees suficiente? Muy bien, podemos negociarlo. Quédate conmigo y tendrás además de una maravillosa experiencia una suma de dinero para nada despreciable- Se acercó más creyendo que eso cerraría el trato -Es usted despreciable- Lo apartó dándole un fuerte empujón- Tenga usted una feliz Navidad Para Kenton no existía una mujer que lo rechazara y para Esmeralda no habría hombre capaz de comprarla. Ella no era consciente de las artimañas que su jefe usaría por lograr su cometido, pero su vida cambiaría para siempre.
Leer más25 de Diciembre, 19:30 horas.
Esmeralda bufaba cansada. Su hermana mayor era obsesiva con los detalles y esa noche estaba más insoportable que nunca. -Solo iré al hotel por mi premio y regresaré. No entiendo por qué debo arreglarme tanto- Se quejó, pero eso no detuvo a Lourdes en su tarea de embellecerla Usando un vestido verde a la altura de las rodillas y unos preciosos tacones negros, Esmeralda observó su imagen en el espejo. Se veía muy bella, pero lo creía excesivo. Dos días atrás, ella había resultado favorecida con uno de los tantos premios que la empresa donde llevaba ocho meses trabajando sorteaba cada año en esas fechas. Ella necesitaba el dinero y sentía que el premio que recibiera le ayudaría a salir de la catastrófica situación económica que atravesaba. Con mucho esmero, finalmente su hermana terminó por estar satisfecha con el resultado y luego de darle un abrigo largo que la protegiera del frío invierno la acompañó a la puerta de entrada. Allí la abrazó como siempre hacía y le deseó suerte. Cuando el taxi llegó a buscarla, Esmeralda dió la dirección del hotel de lujo donde debía ir. Sus nervios estaban a flor de piel y sentía la necesidad de morder sus uñas, un tic nervioso al que recurría tantas veces para tranquilizarse. Le dió dinero al chofer y descendió del vehículo. ¿Cuando había podido ir a un hotel así? Jamás, nunca había ido a uno ni de media estrella, mucho menos a uno de cinco. A sus veinticinco años no hacía nada más que trabajar para intentar salir de la enorme cantidad de deudas que parecían acumularse en su contra. Se sintió perdida en recepción, ¿A quién tenía que ver allí? Dudaba que alguien supiera de la existencia del premio. -Bienvenida señorita- La recepcionista de mediana edad la saludó con amabilidad y ella se acercó con el sobre en las manos -Buenas noches. Vine por esto pero no sé dónde tengo que ir con exactitud- Entregó el sobre y la recepcionista sonrió -Esmeralda Starling, ¿Me permite su identificación?- Aquello no la sorprendió, así que la buscó en su bolso y se la enseñó sin demora Haciendo una seña a otro empleado, la escoltaron a la habitación 219. -Hemos llegado señorita, que disfrute su velada. Si usted o su acompañante necesitan algo no dude en llamarnos- ¿Acompañante? Pensó A principios de Diciembre, había comprado un número para participar en un sorteo, el único y más importante del año. Lo recaudado era destinado a caridad. Los premios de dicho sorteo eran muy importantes y costosos, aunque también había algunos sobres que no ofrecían detalles, tal como el suyo. Esmeralda había recibido las indicaciones el día anterior y se había mantenido ansiosa desde entonces. Frente a la habitación pensaba en quien estaría allí, ¿Qué clase de premios se entregaban en una lujosa habitación de hotel? Sea cuál fuere no estaba segura de lo que sucedería. Abrió la puerta y entró fingiendo seguridad, una que claramente no tenía. Observó la habitación, tan grande como el apartamento que compartía con su hermana y sobrinos. Lo más impactante fue ver a un hombre vistiendo un traje negro de espaldas, contemplando las vistas de la ciudad. -Buenas noches- Saludó esperando terminar con aquella situación extraña El hombre se dió la vuelta y la recorrió con su mirada. El abrigo no permitía ver demasiado, pero ya la había investigado previamente. Su cita era una bellísima mujer del área de contabilidad. Sus cabellos cobrizos caían sueltos llegando a media espalda. Aquella noche se veía aún más hermosa, el maquillaje resaltaba sus hermosos ojos verdes y también sus labios carnosos. -¿Señor Gilmore?- Preguntó Esmeralda recuperándose de la sorpresa inicial. De pie, acercándose a ella estaba Kenton Gilmore, un guapo millonario, su jefe -Señorita Starling, no hace falta ser formales aquí. No estamos en horario de oficina. Llámeme Kenton y yo me permitiré tutearla, ¿Le parece correcto?- Asintió con más dudas que al entrar al hotel -Está bien. Feliz Navidad- ¿Que más podría decirle? -Feliz Navidad, Esmeralda. En unos minutos servirán la cena para nosotros- Aquello era aún más extraño Kenton fue servicial y caballeroso al ayudarle a quitar su abrigo y también al servirle una copa de champaña. La cena fue servida y se obligó a disfrutarla, ¿Qué más podría hacer? Estaría siendo descortés si la rechazaba y sentía en peligro recibir su premio. Así pidiera ser tuteado, quien estaba con ella era el CEO y sentía latente su despido si cometía equivocaciones. Durante la cena sintió la penetrante mirada de su jefe, quien siempre le pareció un desgraciado. Jamás miraba a sus empleados de poca jerarquía y si uno de ellos debía ir a su oficina jamás lo escuchaba decir gracias. Era inteligente y endemoniadamente guapo, pero no sé sentía impresionada, sino más bien intimidada e incómoda. Kenton comía con elegancia y rellenaba su copa. Tenía modales después de todo, debió admitir. -Cuéntame sobre ti, Esmeralda- Aquello era casi tan extraño como recibir un desconocido premio en una habitación de un hotel de lujo -Mi vida no es muy interesante. No hay mucho por decir- Aquello era mentira, principalmente porque todo lo que había que contar no era muy bueno- Trabajo en su empresa hace ocho meses Kenton observó sus reacciones y supo que era una mujer reservada. ¿Podría ella ser más adecuada? No veía de que forma. Hermosa, sensual, reservada y sobre todo muy discreta. Ella parecía separar el trabajo del placer, lo cual era demasiado atractivo. Se consideraba un experto tratando con el sexo opuesto y eso se debía a su interminable lista de conquistas. -Ya veo- Admitió con una sonrisa que no anunciaba nada bueno, al menos así lo creyó Esmeralda El "tirano" siendo amable y riendo, ¿Quien lo creería? Tal vez si se pellizcaba se daría cuenta que estaba teniendo un sueño que encabezaría el top uno en extraños. Los minutos transcurrían y con ellos la llegada del postre y una nueva botella de fina champaña. ¿Sería apropiado decirle al CEO que quería volver a casa? ¿Cuánto tiempo más estaría allí con él esperando su premio? Decidió esperar, ¿Qué otra opción tenía? Su hermana la mataría si le contaba no haber comido un menú de lujo como ese. Cuando terminó el postre se sintió esperanzada, recibiría su premio y estaba más ansiosa que antes. Lo aceptaría, agradecería y se iría a casa. Por la mañana lo vendería y usaría el dinero para pagar las deudas que había heredado junto a su hermana. Para Kenton aquella noche sería una muy interesante. Tendría un cuerpo cálido con él cual compartir la cama después de una noche de pasión. Su experiencia y gran lista de conquistas confirmaba que Esmeralda tendría la noche más placentera de su vida. ¿Qué mujer se resistiría a él? Guapo y millonario, irresistible. Él esperaba que Esmeralda diera el primer paso, pero ella aún seguía en guardia, su lenguaje corporal hablaba en lugar de ella. Sus manos y sus hombros parecían tensos, apenas si pestañeaba, estaba ansiosa, nerviosa. -¿Deseas más champaña?- Preguntó él listo para llamar al servicio de habitaciones al terminar el postre -No, gracias- Rechazó educadamente y suspirando profundamente reunió valor para reclamar su premio, solamente estaba allí por eso Kenton no le resultaba agradable, más bien todo lo contrario. Los modales que había mostrado eran fingidos porque las veces que había tenido que ir a su oficina le había hecho un ademán para que se retirara casi tan pronto como el informe era depositado en su costoso escritorio. ¿Por qué estaba siendo especialmente amable esa noche? Tal vez amaba la Navidad, aunque le parecía increíble que él pudiera amar algo. -Señor, no pretendo ser maleducada, pero ya hemos cenado y realmente no logro visualizar lo que gané- Rompió el silencio ganando una mirada cargada de incredulidad del CEO -Una cena conmigo, cualquier mujer se sentiría afortunada- Con pasos felinos y una sonrisa que bajaría las bragas de cualquier mujer se acercó- Además podríamos pasar la noche juntos -No es gracioso, señor Gilmore. Exijo saber cuál es el dichoso premio- Ella se sentía furiosa y humillada, colérica -¿No lo crees suficiente? Muy bien, podemos negociarlo. Quédate conmigo y tendrás además de una maravillosa experiencia una suma de dinero para nada despreciable- Se acercó más creyendo que eso cerraría el trato -Es usted despreciable- Lo apartó dándole un fuerte empujón- Tenga usted una feliz Navidad Furiosa por haber gastado dinero en la compra de un número que no había valido nada y por creer que perdería su trabajo por no haber dormido con ese despreciable hombre salió del hotel. Volvió a maldecir cuando debió pagar un taxi que la llevara a casa. Jamás se había sentido más humillada en toda su vida y había gastado su preciado dinero para eso.Las niñas que Lourdes esperaba no podrían nacer por parto normal y eso el médico se lo había garantizado. Ella, debido a necesitar una cesarea y también a tener dos niños en crecimiento y dos niñas que llegarían había pensado que el día de la cesárea pediría que también le hicieran una cirugía que impidiera volver a embarazarse. Su pareja no podía estar más de acuerdo con eso. Lourdes tenía en su mente muchos planes profesionales también, y por eso ocuparse de cuatro niños sería difícil, aún más si luego llegaban más. En redes sociales, ella había dejado una primicia sobre la tienda que abriría y lo que vendería en ella. Sus fans estaban esperando que la tienda abriera sus puertas y dejando miles de likes y comentarios. -Amor, será un éxito. Mira esto- Le mostró sus publicaciones a su pareja e inversor y él sonrió -Te lo dije amor. Todos te aman y eres la mami chic de la ciudad- Él siempre la motivaba y aún más en su deseo de trabajar aunque el dinero jamás sería un proble
Cuando terminaron de hacer el amor, Kenton se puso de lado en la cama y apoyó su mano en la cadera de su esposa. Habían pasado algunos minutos en silencio para recuperar el aliento, pero Esmeralda se había mantenido callada aún después. -¿Es cierto lo que me dijiste?- Rompió el silencio expectante -Fui a decírtelo, quería comer contigo ese día... pero bueno, fui yo quien acabó sorprendida- Kenton comprendió absolutamente todo y tomó una larga respiración antes de hablar -¿Me perdonas? Jamás quise que esto sucediera, pero en realidad no estoy muy arrepentido porque tenemos un hijo precioso por mi culpa- Esmeralda sonrió pensando en las primeras sonrisas de su hijo -Yo también debí tomar precauciones, pero confie ciegamente en ti. Creo que los dos cometimos errores. Mi intención es que dejemos esto en el pasado y empecemos desde aquí- Se sinceró por completo -Nada me haría más feliz que eso. No más contratos semanales- Esmeralda sonrió y luego se quedó pensativa -Tenemo
Lourdes había ido a casa de su hermana y llevaba consigo aquel vestido verde junto a los maquillajes que había usado aquel día. Esmeralda había acordado encontrarse con Kenton en la habitación de hotel y desde que él se había ido transcurrieron algunas horas. Ella debió prepararse para salir, pero lo primero fue extraerse leche para dejarle a su hijo. Lourdes maquilló tal como aquella navidad a su hermana y le deseó suerte. -Díselo. Tal vez hasta regresen siendo tres- Le aconsejó acompañándola hacia la puerta -¿Estás loca? No quiero otro niño ahora y Kenton tampoco. Si algún día quedo nuevamente embarazada seguro se desmaya- Garantizó, al menos coincidían en algo -La reconciliación está asegurada a juzgar por tus palabras. Diviértete y por favor no regreses temprano- Aconsejó Lourdes y le dio una palmada en el trasero haciendo que riera. Definitivamente estar de novia con alguien tan bromista había logrado que ella enloqueciera un poco (......) Esmeralda llegó a la
Lourdes había llegado al cuarto mes de embarazo y con ilusión fue a la consulta médica acompañada de su pareja. Su vientre se veía de un tamaño similar al que tenía en el sexto mes de embarazo de Alvarito y se sentía enorme. No quería imaginar como se vería cuando llegara al momento de dar a luz. -¿Cómo te has sentido?- Le preguntó su doctor y ella suspiró agotada -Aún tengo náuseas y comienzo a perder la esperanza de que se me quiten- Contestó desesperanzada -Suele ocurrir en embarazos múltiples y más que la medicación para que no tengas vómitos no puedo darte- Respondió -¿Hoy podremos saber el sexo?- Intervino el futuro padre ansioso -Vamos a descubrirlo ahora. No siempre se puede ver, pero lo intentaremos -¿Que estamos esperando?- Preguntó emocionado haciendo reir a Lourdes Algunos minutos después, Lourdes estaba sintiendo como el doctor le aplicaba el gel frio en el vientre. -Estos son los latidos- Los escucharon- Aquí podemos ver claramente que es una niña
Esmeralda había recibido la visita de Lourdes y le había pedido que hablaran en privado. Por supuesto que ella sabía todo lo que estaba ocurriendo y esperaría a que su hermana se lo dijera para que pudiese así desahogarse. -¿No sabías nada de esto?- Esmeralda confrontó a su hermana con una pregunta que por el tono empleado pareció acusatoria -Jamás hubiese callado una verdad semejante de haberlo sabido. Acabo de enterarme- Se defendió sin molestarse porque comprendía que su novio era el mejor amigo de Kenton y que de allí nacían las sospechas de su hermana -Era obvio que Kenton había planeado todo, ¿Por qué no me di cuenta? Fui ingenua y creí que era un excelente hombre por ser tan comprensivo cuando le dije que estaba embarazada. ¿Cómo no me di cuenta de que todo era un plan suyo?- Lamentó culpándose a si misma -No voy a defender a mí cuñado, pero escúchame. Aunque actuó mal, tuvo muy buenas acciones. Hizo todo al revés, es cierto, pero por sus acciones lo estás haciendo pa
Esmeralda llevó sus cosas al cuarto de huéspedes. Volver a su apartamento no sería sencillo porque debería llevar todas sus pertenencias y las de su hijo allí. Además eso alertaría a la prensa y era lo que menos le interesaba en ese momento. Lo que prefería era resolver la situación de la manera más tranquila y discreta que le fuera posible. Cuando Kenton llegó a casa fue a su cuarto y no encontró nada de Esmeralda. Al ir al cuarto de su hijo encontró a Tamara con él y se sintió tranquilo. -¿Sabes dónde está Esmeralda?- Preguntó en voz baja para no despertar al pequeño -La señora llegó muy alterada. Le dió pecho al niño y me pidió que cuide de él. No la vi desde entonces señor- Contestó ella sin dar más detalles porque no tenía más información Kenton buscó en los otros cuartos y al no poder abrir una de las puertas imaginó que ella estaba allí. -Esmeralda, amor, ábreme necesitamos hablar- Pidió hablando a través de la puerta -Kenton ya está todo más que dicho, ¿Puede
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