Para Esmeralda su agotamiento había pasado a ser un tema del pasado. Al llegar al apartamento que compartía con su hermana y sobrinos, ella debía mostrarse renovada y feliz. ¿Importaba estar agotada? No lo hacía.
Lourdes había perdido al hombre que amaba y estar intentando criar a dos hijos sola no era tarea fácil. Esmeralda sabía cuánto su hermana sufría, pero ¿Acaso ella no lo hacía también? Por momentos habia notado sus ojos llorosos y enrojecidos mientras miraba a los niños y a la foto del padre de ellos.
-¿Pedimos pizza?- Preguntó Esmeralda intentando animar a su hermana y sobrino mayor
El pequeño de siete años no era muy consciente de lo que ocurría, mucho menos de lo difícil que era para su madre estar atenta a sus necesidades cuando no podía con su alma. Su tía Esmeralda lo era todo en los momentos donde se sentía ignorado por su madre.
Esmeralda escuchaba los lamentos de su sobrino, mientras veía a su hermana sumida en la tristeza mirando con añoranza la imagen dond