5 meses después.
El veredicto llegó al mediodía: culpable en todos los cargos. Rafaela Brock enfrentaría años de cárcel.
La jueza leyó la sentencia con una firmeza que a Emilia le supo a liberación. Lucas apretó su mano y, por primera vez en meses, su respiración se sintió verdaderamente tranquila.
Por la noche, el departamento se llenó de una quietud nueva. Lucas encendió solo una lámpara de pie, dejando la sala bañada en una luz ámbar que jugaba con las sombras.
Emilia se acomodó en el sofá, una mano descansando en su vientre redondeado de seis meses. Dentro, el pequeño se movía como si celebrara el final de aquella larga batalla.
—Nuestro hijo tiene tu energía —bromeó Lucas, arrodillándose frente a ella.
Su voz era un murmullo bajo, lleno de cariño. —¿Lo sientes? —preguntó, apoyando la palma sobre el vientre.
Emilia asintió. La presión cálida de su mano hizo que el corazón de ambos latiera al mismo ritmo. Lucas inclinó la cabeza y besó el lugar donde sentía el movimiento. El roce