Llegué al aula y por fortuna John no estaba, así que le di los buenos días a los pocos que yacían en el aula y me ubiqué en el último asiento de la tercera fila.
─Buenos días, nuchachos ─esa voz...
Miré automáticamente hacia la entrada y la vi vestida con falda de tuvo, camisa de seda oscura y tacones de aguja. Atuendo digno de la profesora Keire.
Arrugué la frente cuando tomó lugar sobre el filo del escritorio, estaba seria, impaciente por que se calmaran los murmullos.
─Gracias por hacer silencio ─dijo rato después ─. Bueno, la razón por la que hoy me encuentro con ustedes es porque el profesor Hunter no vendrá.
Los murmullos volvieron a aparecer.
─Silencio, muchachos, no he dicho lo más importante.
Era exasperante tener que oír a todos al tiempo, me empezaba a dar un ataque de ansiedad.
─ ¡Silencio! ─grité, todos voltearon a verme sorprendidos, hasta Keire ─. Lo siento. Prosiga profesora.
Empezaban a preocuparme sus palabras.
─Gracias ─me sonrió ─. Como les decía, el profesor Hunt