Miré el reloj de mesa, con el pecho oprimido y la respiración entrecortada me senté sobre el edredón que recubría la cama de hotel. ─Apenas es media tarde.─pensé, cayendo en cuenta que acababa de sufrir una pesadilla. Tratando de estabilizarme, estiré los brazos y caminé hacia el balcón estrecho de la habitación. Honestamente, con los líos que traía no pude disfrutar mucho de la vista y el atardecer, solo tenía cabeza para rememorar la reunión de por la mañana y la conversación profunda con mi padre durante el almuerzo.
Sonó el teléfono. Me mortificó no tener a papá cerca para que contestara en mi lugar.
─ ¿Señorita Hudson? ─era la recepcionista.
─Con ella, ¿qué se le ofrece? ─respondí.
─Un hombre llamado John Hunter pregunta por usted, ¿qué le digo?
Una familiar electricidad estremeció mi cuerpo.
─Hágalo pasar ─colgué.
Después de un par de minutos oí los golpes sobre la puerta.
─Hola ─lo saludé, estuve mirándolo fijamente hasta que alguien más se apareció detrás suyo con una simpátic