De un manotazo cerré mi casillero cuando el celular vibró insistente, entonces descolgué al ver el nombre de John en pantalla.
─Estoy a punto de entrar a clase, tienes dos minutos ─susurré y miré a todas partes para percatarme de que nadie nos oyera.
─Olvídate de la clase ahora mismo, Richard irá por ti a la escuela; en el camino te explicará todo ─informó.
─ ¿Qué sucede? ─quise saber, mis manos sudorosas empezaron a humedecer el móvil y los libros que sostenía ─, ¿y me puede decir quién es Richard?
─Richard, el único amigo que te he presentado. Cielo, no hay tiempo para responder preguntas, debes ir con él.
─ ¿Estás bien?, ¿por qué no hay tiempo?
─Perdóname, cielo. Perdón ─dijo y luego colgó. Me quedé aturdida a la mitad del pasillo, respiré profundo y volví a abrir mi casillero para devolver los libros a su sitio.
Avancé a paso presto por los pasillos, con la incertidumbre clavándose en mi pecho, realmente asustada y con los pensamientos desbordados. Hasta que oí la voz del director