─Toma asiento ─me ordenó Raquel, junto a ella estaba Bruno visiblemente preocupado ─. Emmy, estoy tan decepcionada de ti...
─Déjala hablar, Raquel, quizá fue a dar un paseo por la redonda ─intercedió mi padrastro.
─Bruno, no interfieras.
─Lo hago, mujer ─se defendió ─, lo hago porque me parece injusto. ¿Olvidas que tengo una hija casi de la edad de Emmy?, por favor Raquel, son chicas y quieren espacios.
─Tú preocúpate por tu hija que yo lo haré por la mía ─rebatió mi madre ─, la educación de Emmy la pago yo. Tú no eres más que mi prometido.
─No peleen ─grité y estampé las palmas de mi mano en el comedor.
─Emmy, linda, te quiero ─Bruno me besó la coronilla y finalmente se fue molesto.
Esperé a que mi madre estuviera el doble de molesta, sin embargo no fue así, se mantuvo callada un par de segundos hasta que habló.
─Ve a tu cuarto, mañana hablaremos.
La mañana del domingo tuvimos un desayuno silencioso, cada una cavilando en sus propios asuntos.
─Le he dicho a Bruno que suspendamos los