Capítulo 44.
—¿De verdad está bien que use esto? —preguntó Kara con incredulidad.
—No te quejabas tanto con tu traje de bailarina, ¿sabes? —murmuré, acomodándole la tiara en la cabeza.
Un montón de joyas carísimas. Eso era la corona de princesa que no dejaba de resbalar de su cabello.
Nos encontrábamos alistándonos para la fiesta de cumpleaños de mi tío. La peluca rubia había sido un dolor de cabeza: ninguna se veía lo bastante real ni del tono adecuado. La necesitaba porque todos tenían que creer que yo estaba bailando alegremente en el salón con un disfraz ridículo de jardinera. La corona era solo un recordatorio: aunque pareciera un chiste, seguía siendo la princesa.
Gruñí con frustración.
Quizá me arrepentía un poco de no tener una mucama competente.
—No estaba intentando imitarte —gruñó Kara, apartando la tiara—. Me colgarán. Estoy segura de que esto es una gran falta de respeto hacia el rey.
—Dramática —bufó Troy desde mi escritorio—. Cuando quieras cambiamos de lugar. Con gu