Capítulo 43.
El aire de la mañana era bastante frío.
Hacía meses que no me levantaba tan temprano para recoger flores y adornar las habitaciones de mis hermanos.
Ambos me recibieron con sonoros ronquidos, pero no importaba: extrañaba dejarles esos pequeños obsequios que les hacían sonreír.
Los había extrañado.
Después de dejar mi segundo ramo en la habitación de Erick, me dirigí a la oficina de mi tío.
Entré sin tocar y esquivé a un Alfa molesto para sentarme directamente sobre las piernas de mi tío.
Tomé una de las flores que aún sostenía en mi tercer ramo, una margarita, y la coloqué en el cabello de Karel.
—Sí, las margaritas te quedan, tío.
El tío Karel sonrió.
El Alfa, claramente ignorado, gruñó.
—Princesa, usted no puede…
—Se me ha ocurrido una idea genial. —Dije sin prestarle atención al tipo, que gruñó más fuerte—. ¿De qué te disfrazarás en tu cumpleaños?
—Es sorpresa, ¿Por qué? —preguntó el tío Karel, después de dar su propio gruñido que hizo callar al Alfa.
—Porque será divertido combina