Capítulo 45.
El gran salón estaba iluminado con cientos de lámparas de aceite y candelabros colgantes. El techo alto, decorado con tapices bordados, parecía brillar con la misma intensidad que las joyas sobre los cuellos de las hembras nobles que se aglomeraban en el lugar. Risas, música y el sonido de copas chocando llenaban el aire cargado de perfumes caros y conversaciones a medias.
Las trompetas anunciaron la llegada del rey. Todos los presentes giraron hacia la entrada principal, donde las puertas se abrieron con solemnidad.
Mi tío Karel entró primero. No llevaba corona, sino una máscara dorada de lobo que cubría la mitad de su rostro, con filigranas tan detalladas que parecía obra de un joyero. Con su porte erguido y la capa negra ondeando tras de sí, se veía digno, intocable… y a la vez, misteriosamente fuera de lugar. Una pena que no pudiera disfrutar de verdad del evento, me hubiera encantado usar una de esas cosas tan bonitas.
Tras él, Kara apareció con su cabello escondido bajo la