14. Solo son ilusiones
Indra.
Siempre había odiado el tráfico de la zona hotelera los sábados por la noche. Era ridículo.
A Valentina le dio tiempo de plancharse el cabello durante el trayecto nada más porque se aburrió.
Juan, el cual iba manejando su camioneta de color blanco vio un billete de cincuenta pesos tirado sobre la banqueta. Mi amigo se bajó a recogerlo tranquilamente ya que los carros simplemente no avanzaban hacia la zona de antros.
Pablo ya le había hablado a Julieta para decirle que el resto de sus amigos de fiesta ya estaba ahí mientras que nosotros cuatro, a las once de la noche íbamos a vuelta de rueda rumbo al bendito antro.
Suspire cuando al fin pudimos entrar al estacionamiento del lugar. Mi padre me había dado permiso de llegar máximo a las dos de la mañana por la "salida a cenar" de mi amiga.
Emiliano y yo ya habíamos hecho un plan de acción para reunirnos y llegar al mismo tiempo a la casa en la madrugada.
Claro que me iba a cobrar el santo madrazo que me había metido por mi he