XXXV Nosotros

—Hasta el momento, nadie se ha enterado de mis visitas; nadie sabe que usted me permite ver al Asko. Lo mismo ocurrirá con el retador, se lo aseguro. Todo estará bien —insistió Eris ante la negativa de Kemp.

El hombre se limpió la frente perlada de sudor e inhaló profundamente. No quería meterse en problemas, pero tampoco disgustar a la sacerdotisa, que tenía conexión directa con los dioses.

—He traído pociones medicinales y vendas. Lo ayudaré a sanar, como al Asko. Sólo tomará un momento, pero mientras más me tarde aquí...

—De acuerdo, pero sólo un momento. Tiene las piernas rotas, así que no será un peligro. Llámeme si me necesita.

Kemp dejó entrar a Eris a la prisión del retador y la dejó a solas con él. La impresión de verlo tumbado donde antes había estado el Asko en similares condiciones la mantuvo estática y llorosa. Inhaló, infundiéndose valor, y se arrodilló a su lado para evaluar su estado.

Había tres heridas en su torso: una en el pecho y dos en el vientre, evidencias
Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
capítulo anteriorpróximo capítulo

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App