A mediodía, Eris recibió a una comitiva para tratar el tema de las lluvias e inundaciones.
—Enviamos gente a las montañas. Saber que eran lluvias altas nos permitió tomar resguardos ante la crecida de los ríos —le dijo el gobernador—. Estamos trabajando en trasladar los cultivos y construir ductos, es una pena que el rey no esté para contarle los detalles.
—Pero estoy yo —repuso Eris—, y estoy ansiosa por ver con mis propios ojos el avance de los trabajos, sobre todo si lo que busca es conseguir más recursos. Imagino que el alimento para los animales escasea, ya que no pueden salir a pastar por las lluvias.
—¡Exactamente, su majestad! Su increíble visión no deja de sorprenderme. Con gusto compartiré con usted los detalles.
A la charla, que resultó muy provechosa para el gobernador, le siguió un paseo de Eris por la capital y algunas aldeas aledañas. Quería ella conocer los problemas del pueblo y que su pueblo la conociera. No usaba corona, pero ellos la llamaban reina y lanzaban p