Gro terminó su relato y se durmió casi al instante. Sobreviviría si lograba superar la infección que amenazaba con envenenarle la sangre.
El lugar de Akal fue ocupado por Alter cuando se levantó. Con las piernas temblorosas, fue hasta sus aposentos y se aferró la cabeza.
¿Qué había hecho?
Su destino estaba tan retorcido como un gusano, donde no lograba diferenciar la cabeza de la cola.
—El pequeño traidor ha regresado y todo aquí parece estar patas arriba. Ya no hay silencio. Necesitas descansar si mañana partirás a tu encuentro con el alfa supremo. Reencontrarte con los tuyos despejará cualquier duda de tu mente y volverás a ser tú mismo.
—Ahora no, Ava. No quiero hablar contigo.
—¿Es que acaso has creído alguna palabra de las pronunciadas por el moribundo? La fiebre lo hizo hablar así. ¿No estarás pensando en regresar a ese lugar donde te hicieron prisionero?
Akal no contestó y la calma que Ava mostraba para recuperar su simpatía comenzó a tambalearse.
—¡¿Vas a regresar?! ¡A