Capítulo 80: No podría ser tu mujer.
Después de pensar en todo lo que había ocurrido, finalmente se quedó dormida. Al amanecer, salió muy temprano; quería correr un poco antes de empezar el día. Se alejó más de lo habitual y, sin darse cuenta, llegó hasta la entrada de la hacienda La Casa de las Rosas. Al ver el portón, sintió un escalofrío. Se asustó y quiso regresar de inmediato, pero con tan mala suerte que metió el pie en un hueco y se lesionó. El dolor era insoportable y le impedía caminar.
No había nadie cerca que pudiera auxiliarla, y para empeorar las cosas, había comenzado a caer una ligera llovizna. Por suerte, siempre llevaba su teléfono móvil.
—Carlos… necesito tu ayuda, por favor.
—¿Dónde estás? ¿Qué te ha pasado?
—Estoy en... —guardó silencio unos segundos—. En la entrada de La Casa de las Rosas.
—¿Qué haces ahí? —preguntó Carlos, visiblemente preocupado, aún más al escuchar el nombre de ese lugar.
—Salí a correr, pero metí el pie en un hueco. Me duele mucho. No puedo caminar.
—Voy enseguida.
Carlos, que ta