—¿Y qué quieres que piense?
—Quiero arreglar las cosas. Solo dime qué tengo que hacer.
—No hay nada que arreglar.
—Voy a conquistarte, serás mi mujer y todo será por las buenas.
Mary continuaba mirando por la ventana. Se sentía asfixiada y solo quería llegar rápido a la mansión de los Martin.
Rafaela, quien observaba por la ventana, se sorprendió al ver que Mary se bajaba del auto de Carlos y aceptaba su mano sin vacilar.
—¡Rafaela! ¿Cómo has estado? —se apresuró a saludar Mary.
—¿Tú y Carlos ya solucionaron sus problemas? —preguntó rápidamente.
—Quiero recuperar a mi hijo, y si para hacerlo tengo que estar al lado de Carlos, lo haré. Junior no es como Isabel, él necesita que yo esté con él.
—¿Isabel está de acuerdo? —continuó Rafaela con otra pregunta.
—No, ella no quiere, pero nada puede hacer. Vine por mis cosas.
En ese momento, Carlos entró a la casa y Rafaela lo miró con desprecio.
—¿Debes estar contento, no? —le increpó con fastidio.
—No sé a qué te refieres, pero sí, estoy cont