Al llegar al apartamento, Isabel fue directamente a su habitación.
—¿Michael, te vas a quedar? —preguntó Juliana.
—Sí, ya está muy tarde para irme a la hacienda. Me quedaré en el sofá —respondió él.
Juliana aprovechó el momento para llamar a su madre y preguntar por su hijo. Mientras tanto, Isabel se metió a la ducha para tomar un baño caliente y relajarse antes de dormir.
Michael, al notar que nadie lo observaba, se deslizó silenciosamente hacia la habitación de Isabel. Se acercó hasta el baño y la miró mientras se bañaba. Su cuerpo desnudo bajo la regadera lo excitaba profundamente. De pronto, escuchó la voz de su hermana llamándolo:
—¿Qué hacías en la habitación de Isabel?
—Yo… estaba… buscando unas cobijas —respondió nervioso.
—Necesito hablar contigo muy seriamente, Michael —dijo Juliana con firmeza.
Ambos se dirigieron a la habitación que ella ocupaba. Michael se sentó al borde de la cama mientras Juliana permanecía de pie.
—Te he estado observando, y no me gusta para nada la fo