– Sí –respondió Pedro–. El niño se llama Carlos Junior Robles y vive en la hacienda. Fue criado por la esposa de Carlos como si fuera su madre.
Rafaela estaba muy preocupada. Isabel le había confesado que Carlos Junior estaba enamorado de ella y le había pedido ser su novio. ¿Qué habría pasado si Isabel lo hubiera aceptado? Solo de pensarlo, un escalofrío de temor recorrió su cuerpo. Pero había algo más que la inquietaba: Carlos aún no sabía que era el padre de Isabel, y ella rogaba que, por ahora, no lo descubriera. Ya no quería más problemas con ese hombre. Había escuchado de varias personas en el pueblo que Carlos Robles era alguien muy peligroso, un hombre con el que había que tener mucho cuidado. Necesitaba alejar a su hija de ese lugar; era mejor que la verdad nunca saliera a la luz.
– Pedro, quiero pedirle un favor –dijo Rafaela–. Carlos es un hombre muy malo, usted lo sabe. Por el bien de Isabel, él no debe enterarse de que es su padre, y ella tampoco debe saber que es su hija