SIENNA
Ahora entiendo la definición de tener una mala noche. Esta, en definitiva, es una de esas. Paso tanto tiempo observando el techo, que de repente los rayos del sol empiezan a filtrarse por las cortinas. Ya casi son las 6:00 am.
Me pregunto si a Massimo le pasa igual, o si solo es mi cabeza la que me traiciona. Porque no dejo de pensar en él y en cómo me miraba. La manera en que me llamaba entre sueños, y cómo tomaba mi muñeca, como si necesitara confirmar que seguía ahí; junto a él, que todo era real. Estoy delirando, ¿verdad? De seguro todo está en mi mente y no fue así.
No me tomo el tiempo de ver mi aspecto en un espejo. Solo me hago un moño despreocupado y salgo en busca de comida. Al bajar las escaleras, me encuentro con Massimo en la isla de la cocina, desayunando un plato de cereal. Me quedo paralizada por unos segundos. No había salido de su cueva en días, a pesar de que ya pudiera caminar. Incluso, a veces se rehusaba a probar un bocado de comida.
Cuando decido fingir