A unas horas de la boda
New York
Karina
Regresamos a la casa de mi suegra con Cristina y Alejandra, riendo a carcajadas por los consejos atrevidos que me dieron durante nuestra noche de chicas. Entre bromas y confesiones subidas de tono, incluso me regalaron lencería bastante provocativa, algo que me hizo sonreír y sonrojarme al mismo tiempo. El aire fresco de la noche entra por la puerta al abrirla y, para mi sorpresa, allí está Lance, con Roger a su lado, un poco pasado de tragos.
Al verme, Lance se acerca con esa mezcla de orgullo y ternura que siempre me derrite. Me da un corto beso en los labios.
—Hermosa… llegaste —saluda, con esa voz cálida que me hace olvidar el cansancio.
—Hola, Lance… veo que trajiste a mi esposo un poco pasado de tragos —interviene Cristina, con la típica mezcla de reproche y diversión que solo ella sabe mostrar.
Lance ríe un poco, incómodo, mientras me mira y responde:
—Se puso a competir con los chicos a ver quién resistía más tomando, pero ya se tomó un c