Tres días después
New York
Karina
Tras aquella conversación con Lance, donde me abrió su corazón y me contó todo sobre su pasado, no puedo evitar sentir una mezcla de emociones: admiración, ternura, pero también cierta preocupación. Saber lo que vivió me hace valorarlo más, pero también me recuerda que aún hay secretos y decisiones que él debe enfrentar.
Hoy, mientras me encuentro en la oficina de Martha, esa sensación vuelve a hacerse presente, así estoy revisando unos documentos, haciendo cambios precisos, concentrada, cuando de repente Martha comienza a hablar por teléfono.
—Amanda, querida, ¿tienes tiempo para almorzar hoy? —dice Martha, con voz firme pero cálida—. Perfecto, nos vemos al mediodía en el bistró de la esquina. Sí, traeré a alguien más. Hasta luego.
Cuelga y me mira, los ojos brillando con esa mezcla de autoridad y curiosidad maternal.
—Karina, necesito que hagas estos ajustes antes de mediodía —me indica, señalando los papeles—. Revisa bien las cifras, que no haya err