Fines de marzo de 2011
New York
Karina
Faltan dos días para partir a Londres. Hemos hecho todos los arreglos: el departamento está listo con la ayuda de Alejandra, que por suerte vive allá; también conseguimos una niñera de confianza y una escuela para Emma.
Aun así, siento un vacío en el pecho. Dejar a mis padres, a mis hermanas, a todo… no es tan fácil como fingir que lo será.
Esta noche decidimos venir una última vez a nuestro departamento, al lugar que siempre fue nuestro refugio. Apenas cruzamos la puerta, el silencio nos recibe.
Camino despacio por el living, pasando los dedos por el respaldo del sillón, por los marcos de las fotos, por la mesa donde tantas veces cenamos sin mirar el reloj. Cada rincón guarda un pedazo de nosotros.
—¿Tan pensativa, hermosa? —su voz me alcanza desde atrás, cálida, con esa sonrisa que puedo imaginar sin verlo.
Siento cómo rodea mi cintura con los brazos y apoya la barbilla en mi hombro.
—Solo veía el lugar… —respondo bajito, acariciando sus manos—.