El mismo día
New York
Karina
El amanecer me encuentra despierta. La casa está en silencio, los niños no están. Camino por el pasillo sin rumbo, el aire pesa. Tomo las llaves, necesito salir, despejar la mente antes de que la rabia me devore.
—Buenos días, Rebecca. Más tarde hablamos —le digo al cruzarla en la puerta.
—¿A dónde vas, Karina? —pregunta mamá desde el living—. Te acompaño.
—No, mamá, necesito caminar un rato. Pensar. —Salgo antes de que insista.
Rebecca me alcanza el paso.
—No es necesario que me acompañes.
—Solo te acompaño hasta la puerta. —Sonríe con ese gesto que intenta aliviarlo todo.
Respiro hondo. No quiero hablar, no quiero llorar más. Solo necesito silencio.
Lance
Golpeo el timbre del departamento de mis suegros. Nada. Llamo al teléfono fijo, tampoco. Una vecina abre la puerta del frente.
—Salieron hace un rato —dice amable—. Vi a su esposa con su hermana.
Le agradezco y corro al auto. Manejo sin rumbo, con el corazón en la garganta, hasta que mi instinto me lleva