Edmond vio con pena, pero a la vez con respeto a Alexander, al tiempo que lo incitaba a ponerse de pie y le aseguraba que no debía favor alguno a los Bach, algo que para cualquier persona sería más que raro, sin embargo, Alexander no pudo pensar en eso, su mente era un verdadero caos y la preocupación en verdad lo estaba matando.
—Señora Bach. —dijo un médico llegando a ellos, porque si bien sabía que Sofía era la esposa de Alexander, porque ya la había visto en los periódicos durante todo ese mes, jamás pasaría por alto la presencia de Lucero en el hospital.
—¿Usted está atendiendo a mi esposa? ¿cómo está Sofía? —la voz de Alexander variaba entre una súplica y una demanda, el poder que le concedía hacer el CEO de Lumina Entertainment, se mezclaba con la desesperación que poseería cualquier mortal al saber que el ser que ama está herido.
—Si, soy yo, por favor acompáñeme. —se limitó a responder el médico luego de ver asentir a Lucero, dándole la autorización para darle el parte médico