El rugido del caos mediático seguía resonando en los pasillos de la Casa Blanca, pero la mente de Nathaniel estaba atascada en un solo pensamiento: Anastasia y su posible embarazo; ese cabo suelto lo volvía loco, una cuerda apretada alrededor de su cuello.
Se había encerrado en el Despacho Oval con David Hayes y su asesor legal, discutiendo la estrategia para la próxima conferencia de prensa, pero su atención estaba fragmentada, su paciencia, inexistente. Pensó que reunirse con sus hombres de confianza lo ayudaría a prepararse para lo que sabía que sucedería, sin embargo, la culpa de lo que le hizo a Anastasia comenzó a hacer mella. ¿Valía la pena no ser parte de su embarazo por Rebecca?
David le comentó algo que el viento se llevó, pero Vance regresó al hilo de la conversación, igual de impaciente que al inicio.
—No podemos permitir que el público piense que esto es una crisis familiar, David. —Vance se pasó una mano por el rostro, agotado. Su voz era un gruñido—. Necesito seguir sie