El taxi se detuvo frente a la mansión Almonte y por un momento Isidora no pudo moverse. Había estado aquí hace apenas una semana para la reunión sobre el proyecto profesional con Franzani Atelier. Pero esta visita era diferente. Esta vez no venía a discutir términos comerciales. Venía a enfrentar la realidad de lo que perdería si cancelaba su compromiso con Matteo.

Pagó al conductor con manos temblorosas y caminó hacia la entrada. La empleada que abrió la puerta la reconoció inmediatamente.

—Señorita Almonte. El señor Rafael está en su oficina.

—Gracias.

Isidora atravesó el vestíbulo familiar, sus pasos resonando contra el mármol. Cada rincón de esta casa contenía recuerdos: aquí su padre le había enseñado a apreciar las telas finas, allí su madre había posado para fotografías que decoraban las paredes, en esa esquina había llorado cuando sus padres murieron.

Subió las escaleras hacia la oficina que había sido el estudio de su padre. La puerta estaba entreabierta. Respiró profundo y t