Capítulo — Primeros Pasos de Papá
El amanecer en Colonia tenía un brillo distinto. El río reflejaba la luz del sol como un espejo de oro, y la ciudad despertaba con ese ritmo pausado que parecía acompañar a quienes empezaban una nueva vida.
Julia y Alejandro bajaron juntos al comedor del hotel. No hubo prisa, no hubo miradas incómodas; solo una complicidad tranquila, como si el simple hecho de compartir un desayuno fuera un regalo.
—¿Dormiste bien? —preguntó Alejandro, sirviéndole jugo a ella antes que a él.
Julia sonrió, acariciando su panza.
—Lo suficiente. Aunque este pequeño ya empieza a moverse como si jugara un partido de fútbol a las tres de la mañana.
Alejandro soltó una risa nerviosa, mirándola con ternura.
—Seguro salió impaciente como el padre.
Esa palabra, padre, quedó flotando entre ellos con un peso dulce. Julia lo notó, y sin decir nada, abrió su bolso. Sacó un sobre doblado con cuidado.
—Quiero mostrarte algo —dijo, apoyando el sobre frente a él.
Ale