Capítulo — El Primer Mes de Julián
El sol entraba por la ventana de la habitación con una luz dorada y tibia. El reloj marcaba las nueve de la mañana y el canto de los pájaros parecía mezclarse con los suaves balbuceos del pequeño Julián, que movía sus piernitas en la cuna como si ya quisiera descubrir el mundo.
Alejandro se levantó con una sonrisa somnolienta, despeinado y con la camiseta del revés. Julia, desde la cama, lo miraba divertida.
—Te juro que sos el papá más aplicado del planeta —le dijo, riendo—. Te levantás más rápido que yo.
—No quiero perderme nada —contestó él, acercándose a la cuna—. Este pequeñito crece por minuto.
Lo tomó con cuidado, con esa torpeza tierna de los padres primerizos que todavía temen apretar demasiado, y lo apoyó sobre el cambiador.
—Bueno, campeón, llegó la hora del pañal nuevo —le dijo con voz dulce.
Julia lo observaba desde la cama, entre divertida y conmovida. Alejandro hablaba con su hijo como si el bebé entendiera cada palabra.
—A ver, Julián