Capítulo — La Boda de los Planos del Destino
La iglesia de Punta del Este estaba colmada de flores blancas y azules, tan serena como un lienzo preparado para recibir la pincelada más importante de la vida de Anahír Montes y Nicolás Martínez. Afuera, el murmullo de la gente era como un coro de complicidad, todos aguardaban el instante en que ella entraría.
Dentro, Nicolás esperaba junto a Ana y Franco. El saco azul claro le ceñía los hombros, y en sus manos nerviosas jugaba con el anillo que, en minutos, sellaría lo que llevaba años dibujando en silencio.
Cuando se abrieron las puertas y Anahír apareció tomada del brazo de su padre, don Edinson Montes, el templo entero contuvo la respiración. Ese hombre de mirada de hierro y corazón de algodón irradiaba orgullo. No solo entregaba a su hija, también bendecía a su yerno, porque para él Nicolás ya era un hijo más, Nicolás lo sabía desde cada palabra dicha,desde cada buen consejo dado y desde algún rezongo también.
El vestido de Anahír,