CONFUSIÓN EN RIO
CAPÍTULO 16 : Resaca, besos y samba
Bruno abrió los ojos con la boca seca y la frente húmeda.
Se quedó un momento inmóvil, mirando el techo blanco que no reconocía, tratando de recordar qué demonios había pasado la noche anterior. Se sentía como si lo hubieran usado de tambor en una escuela de samba.
Intentó sentarse, pero un leve mareo le sacudió la cabeza como una coctelera.
Miró a su alrededor.
Un sillón de dos cuerpos, una manta a medio caer, unas sandalias femeninas en la esquina, una maceta colgante…
No estaba en su casa. Ni en un hotel.
—¿Dónde…? —murmuró, con la voz más ronca que nunca—. ¿Dónde miércoles estoy?
Y entonces lo recordó.
El Sambódromo.
La caipiriña.
La musa de papel maché.
Y el final glorioso en cuatro patas.
—¡Nooo… —gimió, llevándose una mano a la frente—, dormí en lo de mi cuñada!
Bruno nunca se levantaba tarde. Su madre, una mujer de manos firmes y voz de mando, le había enseñado desde niño que al que madruga, D