CONFUSIÓN EN RIO
CAPÍTULO 17: Camisas de verano y ojos verdes
El sábado en el Sambódromo fue más tranquilo. O eso intentaron.
Después del caos de la caipiriña, los vómitos y el rescate digno de una comedia, Bruno, Dante y Jasmín decidieron ubicarse más hacia el final del recorrido, en una zona cercana a la pista de salida de las carrozas pero no en el lugar de cierre.
—Mañana quiero estar ahí —dijo Bruno señalando con el dedo el extremo opuesto del Sambódromo, donde terminaba la pasarela del carnaval—. Ahí, justo donde termina la escuela.
—¿Y por qué justo ahí? —preguntó Dante, tomando un sorbo de agua de coco.
Bruno se quedó mirando las luces, las carrozas, los cuerpos brillantes de las bailarinas que desfilaban sin parar.
—Porque mañana seguro cierra Beija-Flor. Y yo quiero estar donde termina el desfile. Quiero bailar con la última samba. Con la que gana.
Porque él lo sabía. Tenía la certeza en el pecho. Beija-Flor iba a ganar este año. Y si todo salía como lo habí