Capítulo – Un corazón que recuerda y otro que late por nacer
El duelo por la abuela María había dejado huellas en cada rincón de la casa, pero en especial en el corazón tierno y sensible de Alejandro. Aunque no compartieron tanto tiempo como hubieran querido, el niño la recordaba con cariño. En su habitación, tenía una foto junto a ella enmarcada con estrellas plateadas, y cada tanto, se la quedaba mirando como si pudiera hablarle a través del vidrio.
—Mami, ¿mi abuela María me escucha desde el cielo? —preguntó una tarde mientras merendaban.
Alejandra lo miró con ternura y tristeza en partes iguales. Acarició su pelo despacio, como si en esa caricia pudiera explicarle todo lo que las palabras no lograban.
—Sí, mi amor —respondió con suavidad—. Siempre te va a escuchar. Aunque se haya ido, su amor quedó con vos. Fue una abuela muy buena, aunque cometió errores como todos. Pero a vos te quiso con el alma.
—¿Y mi papá? ¿Por qué no vino a despedirla?
Alejandra bajó la mirada