Capítulo 116 – La Verdad Duele… Pero Libera
La luz tenue de la cocina iluminaba apenas los bordes de la alacena. Eran las 21:07 según el reloj digital que titilaba en rojo en el microondas. El silencio era espeso, como si las paredes mismas contuvieran la respiración.
Anahir sostenía un vaso con agua entre sus dedos. El frío del vidrio no alcanzaba a calmarle el calor que le ardía por dentro. Había dormido varias horas, su cuerpo lo necesitaba, pero su alma no había descansado. Y al despertar, lo primero que vio fue a Nicolás… dormido en el suelo, al costado de la cama, con una mano sobre su vientre como si eso lo conectara a ella de alguna manera.
Y aún así, no pudo despertarlo. No supo si era por compasión… o por furia contenida.
Ahora, con el corazón hecho un ovillo, se giró lentamente sobre sus pies y lo encontró allí. Parado del otro lado de la isla de la cocina. Silencioso. Presente. Culpable.
—¿Hace cuánto estás ahí? —preguntó sin mirarlo del todo.
Nicolás tragó saliva.
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