Capitulo —Alejandro en el hospital
El hospital quedaba cerca de la capital del departamento.
Nicolás condujo durante 45 minutos sin mirar el paisaje.
Tenía los nudillos blancos sobre el volante y el alma hecha jirones.
Cuando llegó, ya no era el hombre de traje que había enfrentado jueces, abogados ni corruptos.
Era solo un hijo, un hermano, un tío.
Y un hombre que acababa de perder al amor de su vida por no saber cómo hablar.
Entró directo por la sala de pediatría.
La recepcionista lo reconoció apenas lo vio.
—Segundo piso. Habitación 207. El niño está estable, pero con respirador leve. Ya lo esperan.
Nicolás agradeció apenas con un gesto y subió sin hablar.
Sus pasos parecían pesar toneladas.
Cuando abrió la puerta de la habitación, su padre estaba sentado junto a la cama.
Su madre acariciaba el cabello del niño con ternura.
Y en la camita de hospital, con una mascarilla cubriéndole la boca, Alejandro —ese pequeño de casi 3 años — sonrió al verlo.
—¡T