Pensaba vengarme...
13:00 hs. — PERSPECTIVA: Cecilia.
Tras ver cómo el coche en el que se marchaban Damián y su amigo se perdía en el horizonte, Olaia y yo nos sentamos en las escaleritas de la entrada de mi casa para disfrutar un rato de la fresca brisa otoñal que nos ofrecía aquella tarde de octubre. La mañana había sido demasiado movidita y ambas estábamos de acuerdo en que nos venía de lujo relajarnos un ratito antes de la barbacoa que habían improvisado Lin y Teresa en un repentino y espontáneo ataque de amistad extrema. Porque claro, se les había metido en la cabeza que yo me que había quedado hecha polvo "por culpa del tío ese" y querían hacer algo para quitarme "esa cara de amargada".
Y, bueno, teníamos permiso para distraernos un rato antes de que nos llamaran a almorzar. Me hubiese gustado hacerlo sola, pero Olaia estaba empeñada en quedarse conmigo.
—Gilipollas —fue lo primero que salió de los labios de Olaia una vez nos acomodamos en el sitio.
—Yo también te quiero —le respondí, sonriente, ju