Muy grandes...
18:10 hs. - Salomé.
Guillermo subió corriendo a toda prisa las escaleras y bajó a la misma velocidad para darme una camisa de botones de su madre. Todavía nos quedaban 50 minutos y quería aprovecharlos al máximo, así que me di prisa y me metí en el cuarto de baño para cambiarme lo más rápido posible.
El baño, acorde al resto de la casa, era puro lujo. Azulejos y baldosas un tono dorado oscuro, con un marrón un poco más fuerte para la bañera, lavamanos e inodoro. Y pulcritud por todas partes, ni una mota de polvo. Sentí envidia; pero a la vez me animé pensando que algún día, trabajando duro, yo también conseguiría tener una casa como esa.
Dejé de admirar la belleza del ambiente y me quité la camisa manchada para ponerme la de Mariela. Mis brazos entraron y pude cubrir mis hombros sin problemas, pero a la hora de cerrar por el centro... me resultó imposible.
—¡Guillermo! —grité desde el baño. No tardó ni diez segundos en acudir a mi llamada.
—¿Qué pasa? —dijo, intentando recuperar el al