14:35 hs. - Damián.
Me acababan de dar la mejor noticia en mucho tiempo, no tenía que entrar a trabajar hasta las ocho de la noche, por lo que tenía toda la tarde libre para pasar con Salomé. Había dormido las últimas tres horas, por lo que el sueño no iba a poder entrometerse entre mi novia y yo.
Yo sabía que estaba enfadada conmigo, y a la mañana me lo había hecho saber, aunque no de manera directa, pero yo la conocía mejor que nadie. Pero esto seguro iba a ponerla muy feliz, sabía las ganas que tenía de pasar tiempo conmigo.
Llegué a casa, abrí la puerta despacito, comprobé que no había nadie, y fui rápidamente y de puntillas hasta mi habitación, mi intención era darle una sorpresa a Salomé. Abrí la puerta, y lo que vi me dejó de piedra...
—¡Salomé! —grité.
—¡Damián! —respondió ella exaltadísima—. ¡No es lo que parece!
—¿Que no es lo que parece? ¿Entonces qué es?
—¡Perdóname, mi amor! ¡Perdóname! ¡No he podido evitarlo!
—¿Cómo que no has podido evitarlo? ¿Te parece una respuesta ló