15:00 hs. - Damián.
—¡Una buena ducha en casita! ¡Cuánto necesitaba esto! —exclamé con felicidad y alivio—. Uy... tengo hambre... ¡Salomé!
—¡Dime! —gritó desde la habitación, lugar al que me dirigí.
—¿Tú ya has comido? Me imagino que sí, pero... —me detuve al ver que todavía seguía acostada en la cama jugando con el gato—.
—Apenas di bocado hoy, la verdad...
—¿Ah, sí? ¡Genial entonces! ¡Vamos a almorzar algo! ¿Qué te parece si vamos a molestar a tu hermana? —le propuse, recordando que Zamira trabajaba en una cafetería cercana.
—Me parece una idea estupenda. Yo ya voy, espérame afuera, que me voy a cambiar —me dijo.
—¿Otra vez? —pregunté extrañado.
—Sí... Es que... no me gusta mucho este conjunto... ¡No tardo nada! —respondió, aunque me pareció que sin mucho convencimiento, pero no le di mayor importancia.
—Está bien. ¿Has hablado ya con tu amigo?
—Sí... Él se queda con Luna... —me respondió con un tono apagado.
—¿Te pasa algo, Salomé? —pregunté preocupado.
—¿Eh? No... Es que mientras